El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) acaba de publicar el Informe de desarrollo humano correspondiente a 2015. Lo ha hecho bajo el título “El trabajo al servicio del desarrollo humano”.
Este Informe valora más allá de los datos macroeconómicos, ciertos datos sobre la calidad de vida, la esperanza de vida, la distribución de renta entre la población, la brecha de género o por estratos de edad, etc., analizando cómo están los habitantes de un país de forma más global y pormenorizada al ser un índice multidimensional. Este año, se ha desarrollado la vertiente del trabajo como elemento imprescindible de la mejora social.
España, clasificada como estado desarrollado, ha mejorado de forma insignificante estos últimos años ya que existen importantes carencias en el empleo, género y distribución de la riqueza. Consulta el perfil de España aquí.
Helen Clark, administradora del PNUD, en el prólogo del IDH señala que “hace 25 años, el primer Informe sobre Desarrollo Humano, publicado en 1990, partió de una premisa simple: que el desarrollo tiene por objetivo ampliar las oportunidades de las personas, centrándose de manera general en la riqueza de las vidas humanas y no solo en la riqueza de las economías. El trabajo es uno de los pilares en los que se asientan tanto la riqueza de las economías como la riqueza de las vidas humanas, pero en general se ha concebido más en términos económicos que en términos de desarrollo humano. El Informe sobre Desarrollo Humano de 2015 va más allá de esa convención, al vincular directamente el trabajo con la riqueza de las vidas humanas. Se hace con una visión amplia del trabajo, pues va más allá del empleo y tiene en cuenta actividades como el trabajo de cuidados no remunerado, el trabajo voluntario y el trabajo creativo, que contribuyen a la riqueza de las vidas humanas”.
El Informe pone de relieve los extraordinarios progresos logrados en el ámbito del desarrollo humano durante el último cuarto de siglo. Hoy en día, la población es más longeva, hay más niños y niñas que van a la escuela, y un mayor número de personas tiene acceso a agua limpia y a un sistema de saneamiento básico. Los ingresos per cápita en el mundo han aumentado y la pobreza ha disminuido, lo que se ha traducido en un mejor nivel de vida para una gran parte de la población. La revolución digital ha conectado a personas de diferentes sociedades y países. El trabajo ha contribuido a este progreso mediante el desarrollo de las capacidades humanas. El trabajo decente ha proporcionado a las personas un sentido de dignidad y la oportunidad de participar plenamente en la sociedad.
Sigue habiendo importantes desafíos, desde la pobreza persistente y la desigualdad opresiva hasta el cambio climático y la sostenibilidad ambiental en general o los conflictos y la inestabilidad. Todos estos problemas crean barreras que impiden que las personas participen plenamente en el trabajo decente, y, como consecuencia, se sigue desaprovechando un vasto potencial humano, situación que afecta de manera especial a los jóvenes, las mujeres, las personas con discapacidad y otras personas que puedan estar marginadas.
El Informe nos recuerda que no existe un vínculo automático entre el trabajo y el desarrollo humano. La calidad del trabajo es una dimensión importante para lograr que el trabajo mejore el desarrollo humano. Sin embargo, problemas como la discriminación y la violencia impiden que se establezcan vínculos positivos entre el trabajo y el desarrollo humano. Algunos tipos de trabajos socavan gravemente el desarrollo humano, como el trabajo infantil, el trabajo forzoso y el que realizan los trabajadores víctimas de la trata, todos los cuales constituyen graves violaciones de los derechos humanos. En muchos casos, las personas que trabajan en condiciones peligrosas se enfrentan a graves riesgos de abuso, inseguridad y pérdida de libertad y autonomía.
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